Aviso. Libro no recomendado para
todo aquel que sienta alguna simpatía por el régimen soviético especialmente en
su fase leninista o stalinista. Y es que leyendo este Todo fluye se te ponen
los pelos como escarpias. Uno tenía como imagen de la maldad (talla XXL) más
reciente, al menos en el continente europeo y alrededores, la que practicaron los nazis (en la hoy civilizada y admirada Alemania) pero lo
que cuenta este periodista y escritor ruso sobre su país no le va a la zaga. Lo
que se puede leer aquí es verdaderamente terrible.
La trama de la novela es bien
sencilla. El protagonista, un tal Ivan Grigorievich, recién finalizada su estancia en diversos campos de
trabajo y otros lugares poco deseables, va a iniciar un periplo en busca de lo
que le queda de sus recuerdos pre-condena: Su primo, un reputado científico -quizás el
único familiar con el que mantiene alguna relación-, un antiguo amor y por supuesto
los lugares en los que pasó su infancia y juventud . El
protagonista busca alguna explicación, entender algo, de lo que ha pasado. Esto
resulta una ardua tarea y el autor, el periodista y escritor Vasili Grossman,
nos va a ofrecer distintos puntos de vista del por qué se ha llegado a esta
situación que además de terrible, tiene algo de kafkiana. Muy destacables, sin duda de lo mejor del relato, las 15 o 20 páginas en las que nos analiza los distintos tipos de delatores, una disección fría, pero en las que nos da un buen retrato de la naturaleza humana en su versión más chunga. También se da un repaso corto pero profundo de las ideas políticas y morales de los propios dirigentes políticos,
Lenin y Stalin. Incluso en su disección casi científica nos hablará de la separación de sexos,
analizando como lo llevaron en tan malos lugares, uno y otro género. Y también rebuscará en la
historia, en el alma de Rusia y su pueblo. Una nación, según nos cuenta el autor,
acostumbrada a la servidumbre, casi a la esclavitud y que pese al cambio de
régimen, no podría quitarse de encima, a modo de maldición, ese insano hábito.
Y es que Todo fluye es además de
una novela, un ensayo sobre el régimen soviético auténtico asesino de la
libertad. La odisea del protagonista en busca de su pasado y de comprender algo
es acompañada por algunas reflexiones del autor que tienen mucho de históricas,
filosóficas o simplemente morales.
En definitiva una novela que me
ha gustado mucho, aunque como sucede con las películas de Michael Haneke, ahora
(marzo 2013) que se está proyectando “Amor”, no podemos hablar de disfrutar
ni de pasarlo bien. Ni siquiera de entretenerse. Abstenerse quien busque algo
de esto. Más bien es un ejercicio de masoquismo por que lo que se narra es
desde luego bien terrible.
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