jueves, 30 de enero de 2014

Historia del Siglo XX. Eric Hobsbawm


        Uno de mis libros favoritos. Esa conclusión saco de las veces que me he sumergido en sus páginas. En este caso he de decir que solo he vuelto a releer la mitad o algo así. Normalmente el acercamiento se produce al escuchar alguna información sobre la historia del pasado siglo. Esto produce una especie de picor cerebral que solo se alivia con la ingesta mental de la información requerida. Por ello busco, buceo, nado, navego, surfeo en sus páginas en busca de ese alivio neuronal. Una vez conseguido esto el proceso sigue a modo de bucle. Nueva información me produce nueva curiosidad y ya tenemos “el una cosa lleva a la otra”. Resumiendo,  tal vez alguna noticia escuchada/vista en la tele, me llevó a preguntarme por la famosa Revolución cultural llevada a cabo por Mao en la China y esto fue el punto de partida para que volviera a este libro, esta Historia del Siglo XX que ya digo tantas veces he leído. (Cuando digo tantas quiero decir cinco o seis).



     Y puesto que este blog está creado con la simplísima intención de dejar constancia (especialmenta para mi) de lo que he leído pues decir que considero Historia del Siglo XX de Eric Hobsbawn es una de las mejores obras de uno de los mejores historiadores que conozco (creo que este es la tercera entrada que hago del historiador británico en este blog). ¿Porqué digo esto?, pues por que el Alejandrino pertenece a este tipo de historiadores que trasciende esta ciencia para ofrecer una interpretación personal de la historia, muy inteligente diría. Sí, no estamos ante un manual de historia al uso sino más bien un libro mayormente histórico pero con muchos rasgos de lo que sería un libro de ensayo.  Demuestra una gran inteligencia y pese a que sus postulados son claramente izquierdistas (pertenece a la corriente de interpretación marxista de la izquierda) lo cierto es que a diferencia de otros historiadores de manifiesta ideología la explicación de los hechos puede ser compartida por cualquiera. Si, no hace falta estar de acuerdo 100% con sus ideas pero su calidad impresiona.

domingo, 26 de enero de 2014

Los indoeuropeos y los orígenes de Europa. Francisco Villar



        Hace mucho, mucho tiempo, unos cuantos milenios concretamente, había unas gentes que vivían en medio de ninguna parte, concretamente en las estepas rusas (y aledaños) que decidieron, vaya usted a saber la razón, empezar a moverse hacia Occidente. Con ellos viajó igualmente su lenguaje. Como consecuencia de ello en diferentes oleadas y a lo largo de unos cuantos milenios diversas incursiones de estos pueblos fueron transformando étnicamente y también lingüísticamente lo que hoy llamamos el viejo continente. De todo esto va este libro, de su historia, de lo poco que se sabe de ellos,  de su influencia en el lenguaje que posteriormente se ha hablado en Europa, pero también de lo que había antes de que llegaran de esos pueblos que conocemos como preindoeropeos, todavía creo, más misteriosos aun,  y entre los que tenemos un fantástico ejemplo muy cerquita: Los vascos.  El Autor Francisco Villar es un lingüista, lo reconoce, lo admite y su enfoque es el propio de alguien ducho en esta ciencia lo que no es óbice para que nos explique muy bien la historia que acompaña a los lenguajes.  




Y esta entrada aplicando el artículo 33 queda concluida de esta forma.

jueves, 16 de enero de 2014

El doctor Centeno. Benito Pérez Galdós


       El fondo de armario de la literatura galdosiana es desde luego ancho, ancho. Y es que entre sus baldas y perchas podemos encontrarnos de todo: Algún novelón de dimensiones casi desproporcionadas,  Fortunata y Jacinta, y una amplísima colección temática (46 entregas, na menos), los Episodios nacionales, son quizás lo más destacado y conocido pero es que luego hay todavía cosas para aburrir. De to...  Obras de teatro, un pozo sin fondo de novelitas y si vamos más allá, hasta reportajes turísticos como el que uno recuerda haber leído en la Hemeroteca digital en la que Galdós hacía de periodista de viajes para un periódico argentino realizando todo un turístico trabajito acerca de Italia.  



     Si, insisto, el armario está lleno pero es que además el artículo es de primera calidad. Aquí no hay ni “plasticorros”, no “polipiel”, ni siquiera “kurpiel” (curiosos apelativos con los que al menos hace unos años se denominaba a la imitación sintética de la piel). No, cuando hablamos de Galdós hablamos de piel de la buena, de ternera criada en los pastos pirenaicos y de terminaciones dignas de un lutier. Galdós no es made in China. Es made in Germany como poco.



    Y por supuesto Galdós no falla. Al igual que sucede cuando vas a ver una película de Woody Allen sabes perfectamente lo que te vas a encontrar, para bien y para mal. Como uno es adicto a ambos artistas, lógicamente para bien, uno perdona los defectillos que tienen ambas obras, que los tienen, pero es que la parte buena es tan buena…



   Por que en el doctor Centeno no vamos a recibir ninguna sorpresa.  Cien por cien Galdós. Madrid como escenario, muchas caminatas por la ciudad, personajes de toda calaña, pensiones, costumbrismo y seguramente algún que otro garbanzo.



       Hablando sobre la trama de la novela comentar que nuestro doctor Centeno,  pese a su nombre no tiene terminado ningún tipo de estudio sanitario. Ni siquiera en la F.P. Entre otras cosas porque  apenas ha cumplido 14 años. Tiene desde luego muchas ganas de labrarse un futuro pero los pobres como él lo llevaban crudo. Más crudo que hoy en día pese a la crisis galopante y sin medida que padecemos.



      El doctor recién llegado a Madrid desde su pueblo vaga por las calles de la ciudad sobreviviendo como puede. A veces casi no puede y es en esa situación de desamparo donde nos encontramos con su compañero de trama, Miquis, estudiante de Derecho, generoso al máximo,  que ya nos avisa de su facilidad para el dispendio en las primeras páginas al cederle al pobretón chico su propia capa, artículo de lujo en aquellos años, dando inicio de esta manera a una relación que nos permitirá,  como es costumbre, darnos una vuelta por el Madrid de la década de los años sesenta del XIX, y que ya adelantamos acabará regulín, regulán.




    En definitiva, otra entrega más de la literatura galdosiana que a mi me ha hecho disfrutar mucho una vez más.

martes, 14 de enero de 2014

Inglaterra, Inglaterra. Julian Barnes


         La famosa "Marca España". Nuestros gobernantes patrios actuales parecen no cansarse de hablar sobre ella. Marca España por aquí, marca España por allá. Yo no sé muy bien si lo que quieren hablar es del dopaje, de la corrupción desmedida y del paro sin tasa. Ya sabemos que simplemente se trata de hacer publicidad, de hacer Branding (pijada) de nuestro país, pero hay que hacerlo bien coño, insisto, predicando con el ejemplo que precisamente no dan ni el dopaje, ni la corrupción ni mucho menos el paro estratosférico. Por eso, acabo la digresión, buena marca patria, en este caso no nacional si no simplemente literaria, es la  consecuencia de leer a Ian McEwan, auténtico santo de mi devoción, literario of course, recientemente descubierto por mi.



        Vamos que toda la parrafada anterior es para decir que mi lectura de la novela Inglaterra, Inglaterra de Julian Barnes se debe sin duda a que este último se le relaciona una y otra vez con el autor de Expiación por ser coetáneos y compatriotas.



       Pero he de decir que al menos en esta obra Barnes no me ha gustado tanto como lo leído (5 novelitas) de McEwan. Tal vez se deba a que la trama la vea un poco rebuscada, tal vez se deba a cualquier otra cosa. Lo cierto es que no he terminado su lectura, que si hay que leer se le, pero leer pa na, es tontería.



      En Inglaterra, Inglaterra se nos cuenta una historia bastante cercana. Un millonario decide construir todo un parque temático. No del juego con en el caso del fallido Adelson y si el de reproducir la perfecta copia de todo lo verdaderamente representativo, turísticamente hablando, de la pérfida Albión.



      Lo que más me ha gustado y por lo que tal vez le vaya a dar otra segunda oportunidad al autor inglés ha sido el tono humorístico y sarcástico de su narración, lo que por escaso se agradece sin duda. Lo que menos, las relaciones que se establecen entre los protagonistas que por momentos me han aburrido un mucho.



    En fin no ha habido mucho feeling entre el autor y el lector (yo). Para vengarme ya tengo preparado el Doctor Centeno de Galdós. Este nunca falla.