miércoles, 24 de julio de 2013

Cristobal Colón. Felipe Fernández Armesto



         Aunque desde luego la aventura descubridora de Colón resulta realmente atractiva, seguramente la verdadera razón de que me haya leído este libro no se deba tanto a la epopeya marinera del genovés como que el autor de este libro lleva el nombre de Felipe Fernández Armesto, historiador que me sorprendió tremendamente en el libro Civilizaciones leído por mi persona hace un par de meses y del que por supuesto dejé la correspondiente entrada en este blog. Todo lo que había y me gustó en el anterior libro se ha vuelto a encontrar en esta biografía de Colón en la que aparecen de nuevo las mismas virtudes escritoras e historiadoras del británico de nombre español: Rigurosidad, claridad, amenidad y originalidad por decir cuatro, exactamente cuatro. Desde luego su personal estilo me hace afirmar hoy, día del señor, exactamente 22 de julio de 2013, que es mi historiador favorito.

 

       Vayamos con el libro.  El personaje de Colón y su aventura atlántica es verdaderamente impresionante. Una obviedad decir esto, y cuando uno imagina preparar una expedición basada en unos mapas de chiste, con unos medios técnicos primitivos y unas maneras de orientarse de cuenta de la vieja no queda si no alucinar de que alguien se embarcara en aquellas carabelas. El descubridor queda muy bien retratado por el historiador británico, como una persona con una fuerza vital impresionante, capaz de sobreponerse a cualquier adversidad marinera y administrativa y al que le movía, una de las cosas que sin duda han hecho mover al mundo: La ambición. Si, y termino esta entrada, me da por reflexionar que aunque la ambición sea uno de los motores del la vida lo cierto es que no acabo de tener  muy claro, ni siquiera en el caso de Colón, de oficio descubridor, si el mucho ambicionar nos hace mejores o más felices. Quiero decir que no sabemos si es más sabio conocer mucho o vivir en pequeño.

 

Y el libro muy bien, recomendable.

 

martes, 16 de julio de 2013

Verano. J.M. Coetzee



          Verano, de J. M. Coetzee, resultó ser el mejor libro del año 2010. Esta llamativa declaración  la acabo de encontrar en Internet tras teclear en Google título y autor. Al menos así lo consideró Babelia, suplemento literario de El PAÍS. Curioso, me ha resultado saber eso, que acabo de terminar un libro considerado por la crítica el number one de su año. Y es que siempre me ha llamado la atención esas listas que elaboran los especialistas en la materia acerca de lo mejor del año, lógicamente cuando este termina. Una de las cosas que verdaderamente me fascinan de estas clasificaciones, no sé a ustedes, es la cantidad de autores para mi desconocidos que aparecen incluidos. Y no me refiero simplemente a literatura. Igualmente sucede en otros campos del entretenimiento o del arte, mismamente la música. También me llama la atención, me pregunto, volvemos a lo literario, si todos los libros listados han sido leídos (enteramente) por todos los críticos que intervienen. Bueno, sea lo que sea lo que quiero decir es que me sorprende y encanta haber leído todo un "libro del año" ¡¡y sin saberlo previamente¡¡. Y eso que, he de adelantar, cuando leía Verano pensaba que tenía entre manos algo menor, una novelita sin mayores pretensiones de un autor consagrado, como el sudafricano, todo un  premio Nóbel. Es curioso, insisto, que me parecía que debía de ser una novelita más entre tantas otras del autor. De hecho me decía a mi mismo: "Después del verano leeré alguna de sus novelas importantes".


             Dicho todo lo anterior tengo que continuar diciendo, creo no haberlo mencionado antes, que Verano me ha gustado mucho. Para empezar el planteamiento, a modo de falso documental: Un periodista trata de recomponer la existencia del autor, Coetzee, recientemente fallecido, visitando a algunas de las personas que le conocieron en los años previos a su éxito más masivo. Toda una autobroma, casi macabra, que, lo importante, nos va a adentrar en un asunto fundamental:  Cómo nos ven los demás, qué imagen tienen realmente de nosotros y en definitiva cómo eres (a los ojos de los otros). El resultado es desde luego muy interesante. Y hay que decir que Coetzee no practica el autobombo. No es del tipo Mourinho. A través de los ficticios (o no) personajes que aparecen en el libro, el autor queda retratado una persona un poco extraña, nada atractiva, ni física ni personalmente a las mujeres, aunque eso si con un cierto halo (como buen escritor) entre intelectual y misterioso. Desde luego han sido justamente los capítulos protagonizados por algunas de las mujeres que pasaron de una manera u otra por su vida los que más me han gustado. Parecen bastante creíbles y desde luego la imagen que pintan del autor (y de su padre) tienen lo suyo. Pero igualmente interesante para mi es conocer un poco de esa sociedad sudafricana justamente en los años que supondrían el final del sistema del Apartheid.


Después del verano desde luego seguiré leyendo a Coetzee Muuuy recomendable.

viernes, 5 de julio de 2013

Secretos a voces. Alice Munro


        La literatura de Alice Munro parece todo un enigma. Mismamente el otro día paseando, me dio por pensar en términos que definieran su estilo y me vinieron a la mente algunos muy dispares, casi contradictorios. Así, yo diría que su literatura es realista, intimista, costumbrista, turbadora, sencilla, cautivadora, onírica, etc. Lo enigmático del asunto es que todo ello encaja perfectamente en sus pequeñas dosis literarias como escritora de relatos cortos. De forma tan perfecta se produce esa síntesis de elementos diferentes que el resultado, sus relatos,  enganchan (al menos a mi) de forma realmente adictiva. Por otra parte, ahora que lo pienso... ¿Por qué puede interesar a un varón mesetario como yo las historias personales de unas señoras canadienses en los años 30 o 50 del pasado siglo? Además, añado, si ni siquiera soy aficionado a leer relatos cortos...¡¡¡ yo soy de la novela clásica-200-400 pgs.  de toda la vida¡¡¡
 
           Alice Munro, candidata al parecer al premio Nóbel, insisto es un enigma. ¿Cómo me consigue enganchar su prosa con esas frases aparentemente poco elaboradas que parece las puede escribir cualquier suspendedor de la ESO?. Da igual de que me siga haciendo preguntas al estilo Mourinho (con entonación llorona y acento luso)  ¿Por qué? ¿Por quéeee?. Lo importante es que engancha.
 
     En Secretos a voces, tercer libro que me leo en un año (aprox.) de doña Alice, no hay nada nuevo que no te encuentres en los anteriores El amor de una mujer generosa y La vista desde Castle Rock. Otra vez  nos vamos a Canadá, en este caso a la localidad de Carstairs, (no tengo ni idea, y mira que ahora es fácil saberlo con el internete si existe o no esta localidad) donde nos vamos a encontrar con una decena, (aprox). de historias donde la mujer es protagonista principal. Al igual que en anteriores relatos sus personajes no destacan por nada especial, pertenecen a una gris y amplia clase media. Historias que parecen cotidianas donde la vida fluye aparentemente con mucha normalidad con algunas excepciones que se agradecen, como la historia de la mujer secuestrada en Albania o el flipante encuentro con marcianos. De todo un poco pero todo parece sencillo, sencillo.