viernes, 15 de noviembre de 2013

Vacas, cerdos, guerras y brujas. Marvin Harris

       Tras la revelación, la catarsis, el punto y aparte que supuso la lectura de Nuestra especie he vuelto a acercarme a las entretenidas y originales teorías de Marvin Harris en un libro que ya leí hace unos 20 años al menos. De forma similar a Nuestra Especie,  el antropólogo norteamericano va a elegir unos cuantos asuntos del tipo cultural con una aparente falta de relación entre ellos y nos va a  intentar,  como pretendía Pepe Isbert en Bienvenido Mr Marshall, darnos una explicación.
 
       En el primer capítulo nos habla de la archiconocida vacofilia de los indios de la India.  La explicación que nos da a tan extraño comportamiento Mr. Harris se resumiría, muy resumidamente, en que la vaca ha sido tradicionalmente el último recurso de las familias más pobres, una especie de miles de euros en la cartilla de un jubilado. Además el animal no gasta mucho; por aquí come básicamente lo que pilla en muchos casos simples desechos,  también nos dice que no nos debemos dejar engañar por su aspecto flacucho; la llegada de unas lluvias, tal vez del monzón, haga convertir al cuadrúpedo cornudo,  en una versión bovina de Falete.
 

       Don Marvin a continuación se pone a hablar de cerdos, (los animales) y de la repulsión y rechazo que tienen entre judíos y musulmanes. Aquí, si no me equivoco y también resumiendo  mucho, pero mucho, la teoría del autor es que la marranofobia no deja de ser una inteligente decisión de adaptación al medioambiente, ya que el cerdo no resulta rentable ecológicamente hablando en zonas secas como las que habitaban los primitivos judíos. ¿Y por qué continua este comportamiento cuando el hábitat y su clima correspondiente es diferente?. Pues en antropólogo tiene una respuesta, que no es otra que se trata de una forma de mantener el hábito religioso,  una costumbre ancestral, una forma de cohesión grupal. De los musulmanes cuenta algo parecido.

Marvin Harris pensando en sus cosas
         Posteriormente nos acercamos a asuntos más belicosos como la guerra primitiva, nada que ver con los conflictos entre naciones y estados modernos, quizás la parte que menos me ha interesado y que el autor quiere poner en relación también con asuntos demográficos y de otro tipo. Esta parte, ya digo, no me ha entusiasmado. Yo soy pacifista. Haz el amor y no la guerra o haz la guerra del amor.
 
       Es tiempo ya de hablar de la interpretación que hace el autor del  Potlach un curioso rito o costumbre en el que los hombres poderosos de las tribus que habitan o habitaban la costa septentrional de América del norte competían, en busca de un mayor  reconocimiento con el que alimentar sus egos, destruyendo propiedades (propias) de todo tipo , llegando, dice el autor en su versión más extrema, a darse casos de prender fuego a su propia casa. Si, estamos en un asunto que todos conocemos muy bien: el aparentar, el presumir. Justamente, reflexiona Mr. Harris, es curioso observar como muchas personas echan y echan horas en el trabajo no por supervivencia si no simplemente por alcanzar mediante el consumo desmedido y absurdo el estatus, la apariencia de las clases más altas, los ricos que realmente no tienen que trabajar para darse las vidorras que se dan.


         Tras intentar aclararnos lo que realmente hay detrás del Potlach, inicia un capítulo con el sugerente título de El cargo fantasma y el asunto vuelve a ponerse muy interesante. El mito del cargo que relaciona con poblaciones nativas dominadas económica o militarmente por otros pueblos o naciones extrañas y la esperanza que albergan en que la venida de un cargo (en forma de barco, avioneta o cualquier otro método) con provisiones de todo tipo o de un líder, les ayude a superar su situación de dependencia. Este asunto le  viene ni que pintado para hablar de nuestro mesías favorito, Jesucristo.  Creo que es esta la parte que más me ha interesado de todo el libro ya que Harris intenta dar una explicación al origen del cristianismo, poniéndolo en relación con la lucha de los judíos contra los dominadores romanos. Nos cuenta el autor que tal vez Jesucristo no fuera tan pacifista como luego se nos ha contado, que perhaps predicara más que la paz entre los hombres, la lucha contra el invasor y que se atribuyera o le atribuyeran ser el elegido, esa especie de cargo que aplastaría al tirano invasor. El pacifismo vendría luego, en una reinterpretación posterior cuando al cristianismo no le quedaba otra que, tras la derrota final y destrucción del Templo, que para intentar prosperar (o simplemente subsistir) hacer verse como una inofensiva religión que no tenía ningún interés en socavar el poder imperial. Interesantes teorías. (Por cierto, el autor refuta estas ideas mostrándonos algunos pasajes del Nuevo Testamento en los que se puede entrever una sorprendente violencia. Mismamente se me viene a la cabeza la expulsión de los mercaderes del templo.
 
       Y ya no queda si no hablar de las brujas, otro asunto que analiza con cierta profundidad y que tiene como conclusión que las brujas (más bien el invento de las brujas) se trató realmente, entre unas cosas, de toda una fantástica invención con la que crear una cabeza de turco a la que echar la culpa de todos los males y así desviar la atención de la verdadera realidad en forma de crónica injusticia social. (También aquí resumo demasiado)
 
       Y a modo de epilogo unas cuantas diatribas contra lo que llama la contracultura.

 

 

martes, 12 de noviembre de 2013

Trafalgar. Benito Pérez Galdós


        Por más que lo intente Pérez Reverte, Trafalgar, la novela, es la de Galdós. Santa Rita Rita lo que se da no se quita. Galdós fue el primero y aunque reconozco no haber leído Cabo Trafalgar,  si que he visto unas cuantas entrevistas al ex-reportero de guerra y de lo que cuenta sobre su novela no acabo de encontrar nada realmente novedoso respecto a la versión galdosiana. Salvo error u omisión, admito.
 
        Mismamente en la última entrevista que he leído en la que Pérez Reverte era preguntado por el papel desempeñado por algunos protagonistas en la batalla, como Churruca, Gravina, Alcalá Galiano o el principal responsable de la coalición, un francés  de apellido Villenueve sus respuestas y opiniones no difieren en mucho o en nada diría yo, de las que nos hace Galdós a lo largo de toda la novela y muy especialmente en una especie de breve  resumen que nos deja al final.
 
     Dejemos esto que además no tengo nada contra Pérez Reverte.

     Trafalgar, la primera de las entregas de los Episodios Nacionales, es todo un modelo, un prototipo, de lo que serán las cuarenta y tantas entregas siguientes. Esa fantástica mezcla, marca de la casa, entre historia y ficción. Una historia que nos cuenta los prolegómenos, el desarrollo y las primeras consecuencias de una de las más famosas batallas de nuestra historia. La que tuvo como protagonistas a  la extraña coalición entre franceses y españoles, frente a los ingleses en el año del señor de 1805 y que se saldó con la derrota de los mediterráneos, pese a jugar en casa, apunto. Trafalgar supuso, dicen los entendidos, todo un  tiro de gracia a nuestro país, muy especialmente en lo que se refiere a nuestro poder militar en el mar, con consecuencias, malas, a corto y medio plazo sobre todo en lo que respecta a nuestra importancia y correspondiente peso a nivel internacional.
 
           Y por supuesto tenemos la trama novelesca protagonizada fundamentalmente por el primer héroe de los Episodios. Gabriel, Gabrielillo, un mozalbete de apenas catorce años que siguiendo a su amo se va a infiltrar en todo el cogollo de la historia y por el que vamos a conocer, como si llevara una cámara en el cogote, esos acontecimientos históricos condimentados con otros matices novelescos.
 
 

lunes, 11 de noviembre de 2013

La Revolución Francesa. Francois Furet y Denis Richet

        Desde hacía tiempo tenía ganas de volver a leer algo sobre la Revolución Francesa, algo más profundo que la Wikipedia, (que no está nada mal, por cierto). Vivimos tiempos convulsos, aunque nada comparado de momento con otros pasados, y nada mejor para intentar entender algo de todo lo que pasa que mirar un poquito para atrás. La Revolución Francesa resultó ser todo un hito en la historia de Europa ya que supuso una formidable ruptura con el Antiguo Régimen. ¿Estamos hoy en día en un momento histórico de esos de ruptura? Ni idea. Aunque me inclino a pensar, ignorante de mí, que no.
 
       Lo que si es cierto es que lo que se desencadenó en 1789 si lo fue, que cambió el mundo, dicen, y que pasaron muchas cosas increíbles, ya que alguno de sus contemporáneos podría haber dicho, como en Blade Runner,  “he visto cosas que no imaginarais”. Cosas, por ejemplo, como la amputación de la cabeza al monarca, las novedosas elecciones, eso sí, censitarias y solo para los varones, más  una sucesión de gobiernos que curiosamente concluirían con un tal Napoleón, tal vez, no digo que no,  un hombre ilustrado,   pero que curiosamente, esto se repite a lo largo de la historia en la mayoría de las revoluciones, terminó por convertirs en todo un tirano  que acabó por dedicar gran parte de su esfuerzo en la dudosa tarea de invadir a sus vecinos. Si, observar en como acaban muchas de las revoluciones en un tema curioso.
 
       La Revolución Francesa escrita al alimón por  Francois Furet y Denis Richet  hay que decir que tiene la virtud de que cada capítulo se inicia y termina con una reflexión en la que se nos explica  y resume de forma bastante didáctica el asunto. En cuanto al libro desconozco si se venderá todavía, ya que la edición que saqué de la biblioteca es viejuna, viejuna.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Solar, IAN McEWAN


       Sinceramente Solar no me ha parecido de lo mejor de Mcewan. Y aun así, me ha tenido enganchado, me lo he pasado bien y me ha hecho reflexionar. ¿Qué más se puede pedir a una novela? ¿Qué más se puede pedir a una hora diaria de nuestro tiempo? Si ,esa es la primera impresión que tengo al ponerme ahora mismo a teclear en el ordenador. Este autor, lo hace tan bien que hasta lo imperfecto es bueno.
 
         Solar es la historia de Frank Beard un científico tan reputado que puede presumir de haber recibido el premio Nobel y que ha orientado su carrera hacia las energías renovables. Vamos, que solo le falta ir al trabajo en bicicleta para ser la cumbre de la perfección moderna. Pero, siempre hay un pero, claro, no todo es limpio y fantástico en el personaje. Tiene unos cuantos defectillos, algunos perdonables y otros no tanto lo que sin duda va a ser la salsa de la novela.
 
        Tengo que decir que si algo me gusta de las novelas de Mcewan, como también de algunos otros, se me viene a la cabeza Franzen sin ir más lejos,  es que nos cuentan historias actuales (Expiación es una excepción), algo que parece más arriesgado que la clásica novela histórica tipo best seller. Sí, creo que meterse en el berenjenal de la energía y sus mercados, concretamente en su versión más ecológica, es un tema que puede resultar polémico sobre todo si te sales de lo políticamente correcto. Si, creo que la mayor virtud de Solar es que nos cuenta una historia personal cuanto menos divertida, la caída en desgracia del personaje, y además nos hace reflexionar sobre algunas cosillas. Entretener, aprender y reflexionar ¿Qué más se puede pedir a un rato de lectura?