miércoles, 25 de febrero de 2015

Los infinitos. John Banville



          Me encontraba sumido en una crisis literaria. Tras haber terminado la absorbente y magnifica 2666 de Bolaño había sufrido varios desengaños novelísticos. Hasta 3 novelas inicié y ninguna terminé. Primeramente fue Acción de Gracias de Richard Ford, un autor del que leí varios libros hará más de 15 años, me gustaron recuerdo, pero por h o por b, curiosa expresión, esta vez la historia que me planteaba no me acabó de seducir, más bien me produjo cierta somnolencia. Luego me dirigí a Philip Roth considerado al igual que Ford un crack de la literatura contemporánea americana. Más de lo mismo, su Mancha humana me enganchó algo más que el anterior, pero poco. Y, ¡¡qué me pasa doctor¡¡, lo más preocupante fue que inicié un nuevo Episodio de mi queridísimo Galdós y tampoco, oye, que no me enganchaba, no me apetecía introducirme en el XIX madrileño. La situación era evidentemente muy preocupante. Tres gatillazos en toda regla. Y hete aquí que la insinuación de un nombre,  el de Banville concretamente, hizo que una intuición, seguramente alimentada de alguna información que mi subconsciente habría procesado en algún momento, hizo que me decantara por este autor.



        Y aquí tenemos a Banville como mi nuevo escritor favorito, mi nuevo mejor amigo. Si, joder, como escribe este hombre. Los infinitos, la novela que finalmente decidí comenzar resultó ser todo un hallazgo. Se trata de una  historia compartida de dioses y mortales. Esto, que parecería un rollo trascedente en otras manos, en el autor irlandés se convierte en una traviesa historia, llena de personajes curiosos y bastante humor. Los infinitos, vuelvo a insistir, no lo he dicho todavía, es la historia de  una reunión familiar con motivo de la inminente muerte del patriarca, un reputado científico para más señas. Allí, en la finquita que tienen en el campo,  se junta la familia más algún personaje cercano a ella,  y todo ello supervisado por los ojos que todo lo ven: los dioses.



En definitiva, muy recomendable. En breve tengo que leer más de este hombre.


   

miércoles, 18 de febrero de 2015

La mancha humana. Philip Roth



         No sé muy bien por qué pero lo cierto es que el nombre de Philip Roth lo asociaba con literatura contemporánea de máxima calidad, con grandes críticas y buenas recomendaciones. Sabía que era norteamericano, sabía que era un autor actual, aunque tiene sus añitos, debe de andar en sus setentas y poco más. Así que nada mejor que probar a ver qué tal, a ver como funciona y me hice con esta mancha humana. ¿Resultado? Pues que lo he dejado a mitad de camino.



         Tras un muy buen comienzo en el que nos cuenta la relación que se establece entre dos hombres de cierta edad, uno escritor y otro profesor universitario, le siguen otras interesantes páginas en las que se nos habla del mundo universitario, cómo se parece al nuestro en sus defectos al parecer, y de un problemilla que tiene nuestro docente al verse inmerso en una tonta polémica por unos comentarios supuestamente racistas hacia unos alumnos. Pero es que tras este prometedor comienzo la novela deriva hacia el aburrimiento al contarnos el resto de la historia. Sus años de infancia y juventud, del profesor universitario, digo, sus problemas familiares, sus novias, su mujer e hijos,  su sorprendente decisión personal, no quiero destripar. Hablando claramente al estilo Esperanza Aguirre, (eso dice ella) la novela deriva y se estrella en un aburrido y poco creíble universo. Y tras unas cincuenta páginas de marasmo, de una estructura de lenguaje enrevesado, he desistido. Abandono y a por otra cosa.

Los Judíos en España. Joseph Pérez


No tenía nada que leer y agarre el primer libro que me quedaba más cerca de mi sillón. Concretamente se trataba de esta historia de los judíos en España, libro que leyera, no lo tengo muy claro, hará unos 10 o 15 años, digo yo, la verdad es que ni me acuerdo. Y es que a pesar de que, ya digo, lo agarré simplemente porque estaba a mano, lo cierto es que diez días después, día a

rriba, día abajo lo he terminado. Me ha gustado, si. Me ha interesado, esto es fácil. El tema este del oriente próximo está muy calentito, lo lleva estando 80 años o más realmente.
Además del tema hay que agradecer al autor que haga su lectura fácil fácil. El libro, centrado en nuestro país, quizás adolece de más páginas sobre los orígenes del pueblo judío, y rápidamente se mete dentro de nuestra geografía. Así vamos leyendo cosas como las comunidades que vivían durante la dominación romana, sustituidas por los visigodos donde ya empezamos a ver cierta persecución cierta inquina hasta este pueblo y religión. Nos introducimos en la época de dominación musulmana que ha tenido siempre el sello famoso de la tolerancia, de las tres culturas. Tal vez eso fuera cierto, siempre con matices durante el Califato Omeya, pero que cambio notablemente con la invasión de almohades y almorávides. Hay que decir que el autor da también un repaso a una serie de biografías de algunos personajes. Así entre unos cuantos se centra en la figura de Maimonedes que nacido en Córdoba lo cierto, nos dice el autor, no tuvo mayor relación con nuestro país.
Con los musulmanes en los últimos años la cosa se puso calentita, pero no mejor iba a ser en los reinos cristianos, donde a ciertos periodos de tolerancia en la que los judíos mostraban su cultura y espíritu emprendedor les sustituía unos progresivos tiempos de persecución destacando el fatídico año de 1391 donde se produjeron un buen número de persecuciones matanzas que llevaron a la conversión y también a la huida a ciudades más tolerantes. Pero aunque ciertamente muchos judíos servían debido a su cultura y formación en los reinos cristianos lo cierto es que su acoso era una constante. A lo que se añadió la creación de la Santa Inquisición, con objeto básicamente de velar por la pureza de la religión y de las personas que no les quedaba más remedio que seguir. Finalmente se decretó la famosa expulsión 1492, en la que al menos sobre el papel la práctica religiosa judaica desaparición, salvo las constantes sospechas que había sobre los conversos- marranos.
A partir de aquí la narración histórica se dirige tras los pasos de nuestros compatriotas que tuvieron que huir y que tuvieron diversas suerte según donde terminaran. Mala, por ejemplo, el norte de África, buena según nos cuenta en nuestra vecina Portugal.

Los sefardíes ocupan casi el cuarto final del libro. Pero he ya me he cansado de escribir.


          

Los orígenes orientales de Occidente. John M. Hobson



        Orientalistas y occidentalistas, capitalistas y anticapitalistas, imperialistas y antimperialistas, Madrid y Barcelona, Messi y Ronaldo. Este ensayo histórico que pretende hablarnos, como obviamente indica su título, de las influencias de Oriente en nuestro Occidente finalmente, no me pregunten por que, tiene ese tufillo a estas conmigo o contra mí, blanco o negro.

          Si este maniqueísmo, dualismo, utilizamos estas palabras como homenaje al lenguaje rebuscado del autor, es el principal defecto de este libro, uno de los que menos me ha gustado de los que he leído últimamente. Lo que aparentemente iba a ser contarnos algunas cosas que no conocíamos y que nos hablaba de la influencia de Oriente en Europa, aceptamos África como Oriente,  se convierte en un mitin político-teórico sobre las bondades orientales y los demonios occidentales. Oriente es/era lo mejor del mundo mundial y Occidente un copión. Y como siendo tan buenos, cultos y desarrollados unos y atrasados y gañanes los otros son estos últimos, los europeos, Occidente lo que parecen imponer su modelo finalmente, pues claro, por la suerte. Así en plan Mourinho, el árbitro, la federación o la suerte están detrás de mis derrotas.

            Con esto no quiero decir que no haya cosas interesantes en este libro, ni que lo que nos cuenta no sea cierto ni mucho menos. Lo irritante es que después de haberlo leído tengo la sensación de no haber aprendido mucho. Al fin y al cabo el repaso al pasado de Oriente y Occidente no tiene nada de novedoso (nos llega a contar que Colón pensaba que en vez de haber llegado a un continente nuevo había llegado a las indias? -¿Pero este hombre escribe para preescolares?)-. Luego el lenguaje que utiliza, teórico, rebuscado, para rematarlo contándonos, creo que me estoy repitiendo,  que el triunfo (por decirlo de alguna manera, no me convence la palabra) de modelo de Occidente, se debe a la suerte… en fin. Seguro que otros autores pueden mantener las mismas teorías que el autor pero sin que se insulte la inteligencia del lector.