martes, 20 de diciembre de 2016

El Gatopardo. Guiseppe Tomasi di Lampedusa



Viajar además de interesante, divertido e instructivo sirve además de motivación lectora. Un reciente viaje a Sicilia me ha dado la oportunidad de volver a leer esta archifamosa novela unos veinticinco años después. Recordaba el grueso de la trama, remachada además con la visión de la versión cinematográfica, eso si, más de 20 años hará. Lo sorprendente, o no tanto, es que, el paso del tiempo había borrado algunas consideraciones importantes sobre la obra de Lampedusa que ahora mismo relato.

Lo primero, es una novela escrita en los años 50 del siglo XX. No sé por qué pensaba que era una novela de época y escrita por un escritor de época. Lo segundo, el autor sabe bastante bien de lo que habla ya que pertenece a una familia que muy bien pudiera ser o parecerse a los personajes de la trama. Lo tercero, se trata de otra novela, maldita, al menos para el autor que no la llegó, creo, a ver publicada ya que fue rechazada por diversas editoriales. Cuarto, la famosa frase de “hay que cambiar algo para que todo siga igual” (cita aproximada) y su interpretación política, no es lo más importante de la novela y quinto y final, que ya está bien, es una obra maestra, impresionante.

El Gatopardo, resumo la trama, es la historia a lo largo de unas cuantas décadas de una familia noble siciliana, representada especialmente en el príncipe Fabricio de Salina. Ambientada inicialmente en los años de la independencia de Italia, recrea la decadencia de la familia en unos tiempos cambiantes donde se inicia el liberalismo y el ascenso de la burguesía. Vaya mierda de resumen. En todo caso muy recomendable e imprescindible si vuelves de Sicilia de viaje.

La caida del Imperio Romano. Peter Heather



Voluminosa historia sobre una de los más apasionantes enigmas históricos (podemos decirlo así): La caida del Imperio Romano.



El historiador Peter Heather (es curioso pero son especialmente anglosajones la mayoría de autores de libros sobre el Imperio Romano) intenta dar respuesta a este enigma que ha entretenido a un montón de estudiosos desde hace mucho tiempo. El interés es doble. Primero, desentrañar las razones puramente históricas de este acontecimiento histórico. Segundo, que el Imperio Romano sirva de modelo a otros imperios posteriores hace que, algunos piensen, que tal vez se puede aprender de los posibles errores por los romanos.



Muchas han sido las teorías sobre las razones que llevaron al desplome del imperio, muchas de ellas las hemos escuchado desde niño y en muchos casos se hace referencia a una decadencia de costumbres, a un régimen corrupto, incluso a la acción del cristianismo.



El autor de forma amena y aparentemente riguroso prefiere aportar otras ideas. Su teoría, así a bote pronto, es que fueron la acción de los barbaros, su presión sobre las kilométricas fronteras lo que finalmente hizo disolver el imperio. Ante otras teorías como la de la decadencia de costumbres alega que el imperio romano de Oriente tenía igualmente los mismos hábitos, la misma religión cristiana y perduró unos cuantos siglos más.



Resumo la teoría de Heather.



Los pueblos bárbaros a mediados del siglo IV ya no eran las sociedades hiperprimitivas que combatían a los romanos cuatro siglos antes. Estos pueblos han evolucionado entre otras cosas debido a su  contacto con la civilización romana. Pero hay un elemento desencadenante y este es la invasión huna. Ejerce una enorme presión que otros pueblos no les queda otra que buscar amparo dentro de los límites del imperio. Godos, suevos, alanos, burgundios, etc son algunos de estos pueblos que poco a poco se van infiltrando dentro del imperio. Finalmente y en un periodo que dura aprox. casi 100 años van comiendo un imperio que poco a poco tiene enormes dificultades económicas (inversamente proporcionales a la pérdida de territorios a manos de estos pueblos). Perdida de territorios, debilidad militar, disputas constantes sucesorias, etc hacen que el imperio entre en modo caos, hasta la definitiva caída del último emperador, un chaval de 16 años de nombre Rómulo.

La vuelta al mundo en la Numancia. Benito Pérez Galdós



“Lo que he visto y aprendido es que cuando uno pierde el alma tiene que dar la vuelta al mundo para encontrarla”. Punto final; con esta descomunal frase termina este episodio nacional de Benito “el garbancero”. Un garbancero que escribe esta vez con olor a ceviche peruano. Y es que aunque la frase de marras es evidentemente una metáfora lo cierto es que desmintiendo a Valle Inclán, Galdós se nos muestra más viajero que nunca haciéndonos con la Numancia darnos la vuelta completa al mundo.

Este trigésimo octavo episodio nacional responde como no,  por otro lado,  al arquetipo de cualquier otra obra. Como Woody Allen, Galdós tiene su propio universo, sus propias formas, no se sale de ellas y por tanto nos volvemos a encontrar con una trama histórica, (aventura pseudocolonialista de España en la costa oeste sudamericana) con otra novelesca con nuestro Diego Ansurez (al que creo que conocimos en las celtibéricas tierras de Atienza) muy perdido tras haber visto como su hija decide abandonar a su padre e iniciar su propia vida. Embarcado en la Numancia, Ansurez recupera su viejo oficio marinero y sobre todo tiene la posibilidad de ir en búsqueda de su hija embaucada, piensa el, por un guaperas peruano.

Dentro de la Numancia navegamos, navegamos, llegamos a la costa americana donde asistiremos in situ a la batalla del Callao, quien sabe si origen del nombre de la famosa y ya impersonal plaza del centro de Madrid. No voy a desentrañar más de la historia, a lo mejor es demasiado tarde, tan solo comentar que al igual que sucede en otros episodios (esto es digno de ser analizado/estudiado) la segunda parte de la novela la considero muy superior, especialmente las ultimas 50 páginas.