miércoles, 15 de julio de 2015

Aita Tettauen. Benito Pérez Galdós



       Esta vez acompañamos a los héroes galdosianos hasta el norte de África. Estamos en la segunda mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado, años imperialistas por otra parte. Ya se había descubierto que no hay nada mejor para unir fuerzas que encontrar un enemigo. Y en este caso el enemigo era el moro de Marruecos que se había atrevido a desafiar a los españoles que rondaban sus tierras. Así que tenemos una novedad en los Episodios nacionales, una guerra colonial. Al modo del Viaje al fin de la noche de Celine y anticipándose unos cuantos años, Galdós refleja la furia patriótica que se desencadena en nuestro país.

       Son los tiempos de O’Donnell,  jefe del gobierno,  que sable en mano, ¿nos imaginamos a Rajoy de esta guisa?  cruza el estrecho para guerrear contra el moro.

      El personaje fundamental de este episodio, al que seguimos en sus peripecias africanas lleva el nombre de  Juanito Santiuste, jovenzuelo sin aparente futuro, típico, por tanto, héroe galdosiano que cosas del destino, acaba destinado como pseudoperiodista contando los avatares guerreros. Pero rápidamente, como consecuencia de las cosas, feas, que ve en la guerra, acaba predicando “paz y amor” literalmente, convertido por segunda vez en esta novela en un antecedente, en este caso de los Hippies. En su desvarío, o no desvarío, acaba cruzando la línea del frente y pasándose al enemigo, esto es, acaba contándonos como se vive el asedio español en la ciudad de Tetuán, “ojos de manantiales”, al parecer en lengua local. Y en Tetuán las aventuras se aceleran. Para terminar, y no desentrañar todos lo que sucede tan solo añadir que Galdós nos ofrece un retrato acojonante, perdón por la palabra, de la vida en la  ciudad africana, de sus costumbres y uno que ha estado por Marruecos un par de veces no puede dejar de sorprenderse de cómo se sigue pareciendo, no sé si para bien o para mal, al Marruecos de hoy en día.

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