¿Qué imagen se
tiene de uno mismo?. Pues normalmente buena, creo. En ocasiones idealizada. Al
menos así lo vemos en Homer Simpson cuando de mira al espejo y donde hay lorzas
el ve tabletas de chocolate.
De eso, más o
menos, es de lo que va este libro. Exactamente de cómo se veían así mismo, y a
los otros, siempre es bueno compararse, cristianos y musulmanes en el periodo
conocido por nosotros como la Reconquista. El autor, judío de Israel creo
recordar, da un repaso a las no muchas crónicas que se fueron escribiendo en
aquellos lejanos siglos, separándolos por creencias. Así tenemos las cristianas
por un lado, así lo divide el autor, y las moras por otro. Y lo que tienen unas
y otras la verdad es que se parecen mucho. Nosotros somos los mejores, los más
guapos, valientes y justos. Y los de enfrente son feos, gordos, gafotas y
cobardes. Dios está de nuestra parte y Satán de la suya.
Pero además de
estas generalidades lo bueno de la lectura del librito es que aprendemos
cositas. Periodos de la historia, que tipo de personas se encargaban de dedicar
su tiempo a poner sobre pergamino o lo que fuera palabras contando cosas.
También sabemos que a veces se odia más al vecino cercano que al enemigo
secular como cuando Almorávides y Almohades entran en la península y no tratan
muy bien a sus compañeros de religión. En fin, un librito más de historia con
una perspectiva curiosa.