Manuel Vázquez
Montalbán abandona a Pepe Carvalho para contarnos la historia inventada de
Muriel, investigadora en busca de la historia verdadera de Galíndez, exiliado
vasco aunque nacido en Madrid, perteneciente al PNV y que terminó su
ciertamente aventurera existencia (combatiente en la guerra civil, emigrante a
República Dominicana, profesor en los USA, alto cargo del PNV, espía a ratos
para la CIA) de muy mala manera.
Galíndez jugó
con fuego. El fuego lo representaba criticar el terrible régimen de Trujillo,
en la República Dominica, por cierto tratado también por Vargas Llosa en la
Fiesta del Chivo (muy buenas ambas novelas). Meterte con la política de
Trujillo podía presentar graves problemas aunque te creyeras protegido por tu
espionaje para los Estados Unidos, es el caso, pero dudar de la virilidad del
tirano era casi el suicidio.
Y así sucedió, y no destripo nada ya que esto
aparece muy pronto. Pero la historia apasionante de este convencido nacionalista
vasco es mucho más que su trágica muerte. Y de eso, y de otras cosas parecidas
trata esta novela ambientada en varios escenarios. País Vasco, Madrid, República
Dominicana y USA y que nos habla del compromiso político, de valentía y arrojo.
También de todo lo contrario y de mucha brutalidad.
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