Intento fallido de acercarme a
Proust, auténtico peso pesado de la literatura mundial. Apenas 90 páginas de
la primera entrega de "En busca del tiempo perdido. Por el camino de Swann", han sido
las que he aguantado antes de abandonar su lectura. Si, tal vez un
poco frustrado por haber perdido el tiempo (chiste malo) y sobre todo por que
este abandono lector, a diferencia de otros, no ha sido por que tuviera una mala
opinión de lo que estaba leyendo, ni del autor, ni nada de eso. Simplemente me
estaba aburriendo. No sé si me encontraba en la mejor disposición personal para
enfrentarte a la tremenda lentitud de los diálogos. Creo que fue Woody Allen (fantástica su última película Desde Roma con
amor) quien dijo que en el cine europeo se ve crecer la hierba. Pues aquí
sucede lo mismo, todo es lentísimo. Eso si, uno reconoce, admite, la magnitud del la obra de Proust, la titánica tarea de buscar el tiempo perdido y por supuesto puede comprender la hondura de los sentimientos, de las reflexiones, de las sensibilidades y lo bien escrito que está. Pero, joder, insisto, si es que es lentísimo y además , el niño, el prota, el narrador, pone un poco de los nervios.
En fin, volveré a intentar meterle mano
a esta famosísima obra de la literatura mundial, cuando tenga más tiempo, tal vez cuando me jubile allá con 75 u 80 años vaya usted a saber, con o sin pensión
que ya no queda nada claro.

Proust presionando su muela del juicio
Y sobre la trama poco puedo decir
de estas 80 ¿dije antes 90? páginas. De hecho ya casi ni me acuerdo; hay, insisto, un niño, unos padres, una chacha, y un tal Swann que les visita. El niño
quiere el cariño de sus papás. Eso es todo lo que recuerdo.
Adiós.
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