martes, 24 de julio de 2012

De Oñate a la Granja. Benito Pérez Galdós



                  Título engañoso para esta nueva entrega de los Episodios Nacionales. Si es cierto que nos damos una vuelta por Oñate, capital de la corte Carlista y que en las páginas finales se habla de la Granja (de San Ildefonso) y de sus sargentos,  pero ni siquiera nos vamos a llegar hasta allí. Y encima la primera mitad de libro nos la pasamos en Madrid, dándonos un ilustrativo paseo por una de sus cárceles. Y de esto nada se dice en el título. Tirón de orejas a Galdós. Y emoticono guiñando el ojo.

           Si despedíamos el anterior episodio de título Mendizábal con la detención de nuestros héroes, Calpena e Hillo, ahora lo comenzamos, como no, en la cárcel. Allí andan el joven y el viejo alejados de la chusma y los delincuentes habituales,  en una de las mejores suites de la trena, (el dinero lo consigue todo)  primero un poco temerosos, pero luego ya con confianza. Vamos, que tampoco están mal del todo. Al fin y al cabo la esperanza es lo último que se pierde y además van a tener la suerte de toparse con otros presos políticos como ellos.  Gracias a la “incógnita” que les sigue haciendo llegar cartas, van conociendo cosas del exterior. Aunque para el lector, es mi opinión, las misivas se hacen un poco largas y farragosas pero gracias a ellas además de los asunto de índole personal conocemos las últimas noticias políticas que nos hablan del fracaso del gobierno Mendízabal, (luego volverá, creo) y del estado de la guerra en el norte.

            La primera parte de la novela quizás peque de ser algo lenta. Pero eso va a cambiar en la segunda parte. Galdós nos vuelve a llevar como sucedía en Zumalacarregui a darnos una vuelta por el norte. Eso siempre viene bien y más aún cuando estamos en verano. El tiempo es más fresco por allí.

Carlos V, El pretendiente

              Eso si la aventura de verdad, es solo para el joven Fernando Calpena que parte en busca de su amada Aurora, Aura para los amigos. Para ello se embarca en la mínima comitiva  del aventurero italo-argelino Rapella y siguiéndoles nos recorremos la primitiva nacional I todo derechito hacia el norte, llegándonos hasta la ciudad de Vitoria. Y la actual capital vasca nos va a servir para ya adentrarnos en territorio de guerra, una especie de Irak o Afganistán de su tiempo, sin Burka pero con Chapela, para finalmente acercarnos hasta la guipuzcoana villa de Oñate,  donde se encuentra la corte del pretendiente Carlos y donde Calpena espera encontrar a su amada.

              Pero quizás lo mejor de todo el episodio venga al final. Al autor canario se le da muy bien la narración de aventuras. Y una buena nos espera en las últimas cincuenta páginas. Como un auténtico caballero,  todo un Quijote, Calpena va a  ayudar a escapar de las garras carlistas a dos jóvenes mujeres y a su padre moribundo, ya un poco ga-ga ( ¡¡a casa¡¡ no para de repetir). Una epopeya muy del tono de Galdós en las que se suceden los encuentros con desconocidos y donde nos recorremos las comarcas vascas en una escapada hasta los llanos castellanos-riojanos. Eso si tenemos también, no una, si no doble ración de folletín. Vaya una cosa para compensar la otra.

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