jueves, 13 de febrero de 2014

La insoportable levedad del ser. Milan Kundera



       Hagamos un experimento. (A lo mejor hago alguna trampilla…)



    Abramos una página de la novela a la buena de Dios. Vamos allá, ¡¡qué suerte, la 301¡¡. Primer párrafo. Transcribo:



El tiempo humano no da vueltas en redondo, si no que sigue una trayectoria recta. Este es el motivo por el cual no puede ser feliz, porque la felicidad es el deseo de repetir.”



Continuemos leyendo, párrafo segundo… no vale…, sigamos. Párrafo tercero:



“Los perros no tienen muchas ventajas respecto a las personas, pero hay una que merece vale la pena: en su caso la eutanasia no está prohibida por la ley. Los animales tienen una muerte caritativa”



           Esto tiene miga, ahora que, (11 de febrero de 2014) ha salido una noticia publicada en El País acerca de un hombre que ha batallado con la justicia para conseguir que una sedación letal (una eutanasia) dé al traste con los dolores y con la triste perspectiva de un cáncer terminal.



        Esta página no da más de si, vayamos a otra, la 176 (a voleo, lo juro)





“ A los que creen que los regímenes comunistas de la Europa Central son exclusivamente producto de seres criminales, se les escapa una cuestión esencial: los que crearon estos regímenes criminales no fueron los criminales, sino los entusiastas, convencidos de que habían descubierto el paraíso. Más tarde se llegó a la conclusión generalizada de que no existía paraíso alguno, de modo que los entusiastas resultaron asesinos.



         Y así podríamos seguir por un buen rato. Mismamente, no insisto más,  la primera página nos cita a Nietzsche y su idea del eterno retorno. Y cuando todavía estamos asimilando lo que el propio autor  denomina “demencial mito” nos habla de Cristo en la cruz, de Parménides, y de la levedad (o no levedad) del ser y por tanto de la vida.



      Resumiendo, La insoportable levedad del ser tiene un montón de lecturas, representadas en más o menos densos, pero creo que con paciencia fácilmente comprensibles,  párrafos. Y más concretamente un buen número de frases de esas que te hacen pensar. Si, por qué no decirlo, las reflexiones del autor son  brillantes, inteligentes, atrevidas y profundas, que consiguen que toda reflexión debe de conseguir: hacernos reflexionar. Quizás sea esto, su componente filosófico, o simplemente las ganas de pararnos a pensar un poquito simplemente lo más llamativo de esta extraordinaria novela, pero no lo único bueno.



          Por qué la historia que se nos cuenta también resulta interesante. La relación entre la pareja formada por Tomás y Teresa, cada uno con su forma particular de vivir y entender su relación (y tal vez las relaciones en general). Un tercer personaje clave es Sabina, eterna amante del Tomás más las apariciones estelares de otros personajes donde destaco a la perra Karerin, y todo ello con el telón de fondo de la llamada Primavera de Praga, aquella revuelta popular contra la Unión Soviética que tuvo lugar en 1968 y que fue aplastada por la imbatible presencia de los famosos tanques soviéticos.



Tenemos por tanto en esta novela un poco de todo. Una (compleja) historia de amor, historia del tipo cronológico, política  y filosofía. Además todos estos asuntos me parecen que están muy bien resueltos, no hay que coincidir con las opiniones del autor, lo que convierte a la narración en una novela singular que desde luego he disfrutado.Y mucho.




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