La famosa "Marca España". Nuestros gobernantes patrios actuales parecen no
cansarse de hablar sobre ella. Marca España por aquí, marca España por allá. Yo
no sé muy bien si lo que quieren hablar es del dopaje, de la corrupción
desmedida y del paro sin tasa. Ya sabemos que simplemente se trata de hacer
publicidad, de hacer Branding (pijada) de nuestro país, pero hay que hacerlo
bien coño, insisto, predicando con el ejemplo que precisamente no dan ni el dopaje, ni la corrupción ni mucho menos el
paro estratosférico. Por eso, acabo la digresión, buena marca patria, en este
caso no nacional si no simplemente literaria, es la consecuencia de leer a Ian McEwan, auténtico
santo de mi devoción, literario of course, recientemente descubierto por mi.
Vamos que toda la parrafada anterior es para decir que mi lectura de la
novela Inglaterra, Inglaterra de Julian Barnes se debe sin duda a que este
último se le relaciona una y otra vez con el autor de Expiación por ser
coetáneos y compatriotas.
Pero he de decir que al menos en esta obra Barnes no me ha gustado tanto
como lo leído (5 novelitas) de McEwan. Tal vez se deba a que la trama la vea un
poco rebuscada, tal vez se deba a
cualquier otra cosa. Lo cierto es que no he terminado su lectura, que si hay que
leer se le, pero leer pa na, es tontería.
En Inglaterra, Inglaterra se nos cuenta una historia bastante cercana. Un
millonario decide construir todo un parque temático. No del juego con en el caso
del fallido Adelson y si el de reproducir la perfecta copia de todo lo
verdaderamente representativo, turísticamente hablando, de la pérfida Albión.
Lo que más me ha gustado y por lo que tal vez le vaya a dar otra segunda
oportunidad al autor inglés ha sido el tono humorístico y sarcástico de su
narración, lo que por escaso se agradece sin duda. Lo que menos, las relaciones
que se establecen entre los protagonistas que por momentos me han aburrido un
mucho.
En fin no ha habido mucho feeling entre el autor y el lector (yo). Para
vengarme ya tengo preparado el Doctor
Centeno de Galdós. Este nunca falla.
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