El fondo de armario de la literatura galdosiana es desde luego ancho,
ancho. Y es que entre sus baldas y perchas podemos encontrarnos de todo: Algún
novelón de dimensiones casi desproporcionadas, Fortunata y Jacinta, y una amplísima colección
temática (46 entregas, na menos), los Episodios nacionales, son quizás lo más
destacado y conocido pero es que luego hay todavía cosas para aburrir. De to... Obras
de teatro, un pozo sin fondo de novelitas y si vamos más allá, hasta reportajes
turísticos como el que uno recuerda haber leído en la Hemeroteca digital en la
que Galdós hacía de periodista de viajes para un periódico argentino realizando
todo un turístico trabajito acerca de Italia.
Si, insisto, el armario está lleno pero es que además el artículo es de
primera calidad. Aquí no hay ni “plasticorros”, no “polipiel”, ni siquiera “kurpiel”
(curiosos apelativos con los que al menos hace unos años se denominaba a la
imitación sintética de la piel). No, cuando hablamos de Galdós hablamos de piel
de la buena, de ternera criada en los pastos pirenaicos y de terminaciones
dignas de un lutier. Galdós no es made in China. Es made in Germany como poco.
Y por supuesto Galdós no falla. Al igual que sucede cuando vas a ver una película
de Woody Allen sabes perfectamente lo que te vas a encontrar, para bien y para
mal. Como uno es adicto a ambos artistas, lógicamente para bien, uno perdona
los defectillos que tienen ambas obras, que los tienen, pero es que la parte
buena es tan buena…
Por que en el doctor Centeno no vamos
a recibir ninguna sorpresa. Cien por
cien Galdós. Madrid como escenario, muchas caminatas
por la ciudad, personajes de toda calaña, pensiones, costumbrismo y seguramente
algún que otro garbanzo.
Hablando sobre la trama de la novela comentar que nuestro doctor Centeno, pese a su nombre no tiene
terminado ningún tipo de estudio sanitario. Ni siquiera en la F.P. Entre otras
cosas porque apenas ha cumplido 14 años. Tiene desde luego muchas
ganas de labrarse un futuro pero los pobres como él lo llevaban crudo. Más
crudo que hoy en día pese a la crisis galopante y sin medida que padecemos.
El doctor recién llegado a Madrid desde su pueblo vaga por
las calles de la ciudad sobreviviendo como puede. A veces casi no puede y es en
esa situación de desamparo donde nos encontramos con su compañero de trama,
Miquis, estudiante de Derecho, generoso al máximo, que ya nos avisa de su
facilidad para el dispendio en las primeras páginas al cederle al pobretón
chico su propia capa, artículo de lujo en aquellos años, dando inicio de esta manera a una relación que nos permitirá, como es costumbre, darnos una vuelta por el Madrid de la década de los años sesenta del XIX, y que ya
adelantamos acabará regulín, regulán.
En definitiva, otra entrega más de la literatura galdosiana que a mi me ha
hecho disfrutar mucho una vez más.
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