Cuando uno lee al sudafricano rápidamente comprende por
qué es todo un premio Nobel. Aunque tal vez podamos sospechar que muchos de estos galardones- aunque el Nobel sea el premio de los premios- tienen algo de políticamente
correcto, (ahora este país, ahora este continente, ahora una mujer, ahora uno
mayor, ahora uno más joven, ahora esta y otra raza) lo cierto es que la literatura de Coetzee tiene
una enorme calidad, en el sentido, el único sentido a lo mejor que hay, de que
consigue meter sus historias muy dentro del lector. Su estilo me parece austero,
sencillo, con pocas florituras y muy efectivo para contar historias que podríamos
definir como, tic-tac, tic-tac... ¿sombrías?.
Desgracia es una historia de gente que lo va a pasar mal y también de como de un acontecimiento o dos, pueden cambiar toda la existencia
de una persona. Por supuesto no voy a destripar nada de la trama, simplemente
comentar que el protagonista principal es un profesor de universidad de
cincuenta y dos tacos exactamente, al que le va a cambiar, a peor, a mucho peor, la vida por
un par de acontecimientos. El primero consecuencia de sus propios actos. El
segundo no. Y entre medias de estas dos historias a través de las cuales nos
vamos a dar una vuelta por la Sudáfrica posterior al Apartheid, una sociedad
dividida social y económicamente, y en la que los blancos concretamente van a
sufrir las consecuencias inversas de años de dominio.
Tan solo añadir que aunque se dice que el humor es
síntoma claro de inteligencia, la literatura de Coetzee, al menos en las dos novelas
que he leído muy poco tienen de divertidas. Los temas son realmente serios y
complejos y la seriedad, el drama, está más que justificado.
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