domingo, 13 de octubre de 2013

Nuestra especie. Marvin Harris


           Este era un libro que me tenía que leer… y rápido. Rodeado por fanáticos de su lectura, acorralado entre fans, groopies y hooligans del autor que copaban todas las conversaciones, ya fuera tomando una cerveza en alguna terraza de la ciudad o caminando por una trocha en la Pedriza,  estaba cantado que no me quedaba más remedio que meterle mano a este libro. Anticipándose, tal vez observando mi sufrimiento al ser ninguneado, una vez si y otra también, al abrir minimamente la boca y ser espetado con un “pues Harris opina esto” u otro  “pues según Marvin esto se debe a...”,  Eva acertó plenamente al regalarme la versión bolsillo (espero que no haya otra más grande circulando por ahí) del susodicho libro. Y esa misma noche ¿O fue a la vuelta de vacaciones? los acontecimientos se precipitaron: No había forma de separarme de mi nuevo ídolo. Solo hablaba de Harris, y cualquier reproche a alguna de sus teorías era respondido con un gruñido que salía de mi interior y me ponía de muy mal humor. En fin, resumiendo, que me ha picado la mosca Harris-Harris.  
 
        Y eso que Don Marvin ya era autor conocido para servidor de ustedes desde hace unos cuantos años. Concretamente hará más de veinte cuando en mis años universitarios leí su Vacas Cerdos, Guerras y Brujas, como parte de la bibliografía necesaria para poder aprobar la asignatura de Etnología ¿O era Filosofía?. Da igual, lo importante es que ya sabía que Marvin era un tipo con prestigio (también con detractores), sus libros eran publicados en España por una importante editorial y que lo que contaba era interesante y resultaba original.
Yanomani Futbol Club (sub 12). De esta y otras cuantas tribus habla el Sr. Harris
        En Nuestra especie el antropólogo norteamericano nos ofrece lo que para mi es un muy original repaso a la naturaleza humana. No es desde luego nada exhaustivo y aunque parece intentar mantener una cierta cronología,  lo cierto es que en la práctica va saltando de tema en tema. Esto ya lo avisa en el prólogo. Habla de asuntos que sabe (o cree saber) y renuncia, lógicamente, a hablar de otros temas de los que no tiene ni idea.
          Asuntos, por ejemplo, del tipo de por qué no tenemos pelo o las diferencias reales entre las distintas razas.  Otros temas que trata el autor tienen un componente algo más profundo en lo cultural como el tema de la sexualidad, la agresividad innata o la religión. Pero además de lo interesante de su contenido hay que destacar el tono divulgativo de su narración. Las respuestas que nos da, las creamos a pies juntillas o no, son bastante fáciles de entender, ya que afortunadamente no utiliza un lenguaje rebuscado, a pesar de que estamos en medio de conceptos a veces algo teóricos y abstractos  y de que en ocasiones se utilicen términos científicos difíciles de escuchar, digamos, en una discoteca (mi lugar habitual). Si, Nuestra especie resulta una lectura relativamente fácil. Vamos, podemos decir que Marvin Harris no pertenece al grupo de pendantones que, pongamos el caso,  te escriben una frase en latín o francés y no te la traducen presuponiendo de manera elitista y sobre todo ignorantemente que sus lectores dominan ambas lenguas, la muerta y la viva.
          Sus teorías y conclusiones están basada en datos arqueológicos e históricos, el comportamiento de especies parecidas a las nuestras, básicamente chimpancés y muy especialmente, como buen antropólogo, en estudios realizados sobre pueblos primitivos de esos que todavía subsisten en lo más intrincado de la selva amazónica, el interior de África o perdidas islas en el Pacífico.
        Y detrás de todo esa información una idea para el futuro. El ser humano está tremendamente condicionado culturalmente. Ciertamente los genes determinan mucho de nuestra existencia, pero, a diferencia de las otras especies animales terrestres, tenemos la libertad suficiente como para movernos culturalmente en la dirección que queremos. Un mensaje tal vez demasiado optimista ya que como dice el autor, hablando de las guerras los belicistas parecen más animados a tomarse en serio sus pretensiones agresivas y los pacifistas como que son más pasotas (esta última reflexión es una libre interpretación mía de una de sus frases ya que no puedo mirar el libro ahora mismo) 

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