La Segunda Republica
y la Guerra Civil que acabó con aquella, son unos de los asuntos más
recurrentes de la historia e historiografía española. Uno, especialmente en lo que se refiere al
cine y la literatura, tiende a estar un poco saturadito de la cantidad de guiones e historias que tienen aquí su fuente de inspiración. Pero a pesar de esta saturación, de esta
sobreexplotación, de este auténtico filón, lo cierto es que esta época de
nuestra historia es apasionante y nos sirve de luz para entender el presente
más de 80 años después de aquellos tiempos.
El libro que
vengo aquí a reseñar en este doméstico y cutre blog es el por mi ayer mismo 26
de noviembre finalizado República y Guerra
en España 1931-1939, obra en la que aparecen varios historiadores y que se nos presenta coordinada por Santos Juliá,
uno de los históricos del estudio histórico especialmente de la historia más
reciente.
El libro,
dividido en varios capítulos, cada uno de ellos con un tema diferente y con un
autor también diferente.
Y que he
aprendido amiguitos de todo esto?
Pues realmente
y seguramente nada nuevo que ya no supiera sobre estos convulsos años. Eso si a
uno le sigue llamando la atención, la tremenda polarización social. El
radicalismo de la mayoría de las posturas, el enfrentamiento contumaz, el
ascenso de ideologías que con el paso del tiempo han demostrado lo funesto de
sus argumentos. No deja de sorprender la falta de entendimiento en la
República, las zancadillas que muchos dentro de ella parecían poner a su
funcionamiento, por no habla de las conjuras militares, de aquellos generales que
como Queipo de Llano o Cabanellas, habían cambiado su republicanismo por atentar
con el régimen salido y validado en las urnas. También sorprende y apasiona conocer como
se vivió en los países vecinos y no tan vecinos el conflicto que tenía lugar en
nuestro país, las diversas opiniones y estrategias y el comportamiento de las
potencias. Con la perspectiva que da el paso del tiempo desde luego resulta muy
instructivo.
Y para
terminar, el último capítulo, allá va la despedida, nos habla la formación
embrionaria del nuevo estado, un país en guerra que necesitaba de nuevos
gobernantes y para los que opositaron (es un decir irónico), militares, adeptos
y sobre todos miembros de esos partidos que disueltos formaron la estructura
primeriza política del régimen, tradicionalistas y falangistas.
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