La
verdad es que no parece muy lógico realizar una minicrónica de una novela en la
que no has llegado ni a la página 80 (sobre unas 400 posibles). Pero como el
principal objetivo de este blog es dejar constancia de mis lecturas, buenas o malas, acabadas, la mayoría, e inacabadas, hasta ahora tres o cuatro, pues adelante.
El
lector de Julio Verne es la segunda entrega de ese proyecto iniciado por la
escritora madrileña y que al modo de Pérez Galdós pretende dar una visión, así
en entregas, de la Guerra Civil y sus consecuencias. De hecho el
nombre de la serie, Episodios de una guerra interminable, parece (y debe de serlo realmente) un claro guiño/homenaje al escritor canario.
Tras
leer hace un par de años o así, (está aquí la correspondiente entrada) la primera entrega, Inés y
la alegría, ahora le tocaba el turno a la siguiente. He decir que agarré este libro sin mucho convencimiento. No porque no me hayan
gustado otros libros de la autora
madrileña que, con algún matiz, si me han gustado, si no que no tenía
mucho cuerpo para enfrentarse otra historia sobre la Guerra Civil o los años posteriores. Si, uno ya ha
leído, visto y escuchado demasiadas cosas sobre este terrible episodio de nuestra
historia. Creo que ya no me entra más.
Contesto rápidamente a tan inteligente pregunta:
Tengo que decir que lo inicié por qué andaba por casa el libro, era festivo, no
tenía tiempo para buscar otro, y sobre todo me iba de viaje. Puente de mayo, destino Altea, (también me pasé por Benidorm). Para más inri el libro encajaba de maravilla en la maleta, entre las camisetas y las chanclas, y
por si fuera poco tenía (y tiene la edición de Busquets) una letra lo suficientemente gorda como para poder ser leída incluso con
esas mierdas de luces de mesilla que ponen en los hostales/hoteles españoles
como regla general.
Pero,
me entenderán, que una vez vuelto del viaje ( más morenito de lo que fui, tengo que presumir) las razones anteriores perdieron su
peso y la historia del niño hijo del guardia civil no me acabó de enganchar como ya me autopronostiqué. Actualmente me encuentro leyendo, con enorme placer e interés, La horda de Blasco Ibáñez. Final feliz a este apasionante episodio de mi vida lectora.
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