La Aurora Roja es el nombre de la tercera y última entrega de la trilogía barojiana "La lucha por la vida". Es lo que tienen las trilogías que a la tercera se acaban. Manuel, el personaje fundamental, deja el protagonismo en esta novela a su hermano Juan, aquel del que se separó en el comienzo de "la Busca". Uno que iba para cura y acaba en anarquista. Cosas de la vida. Y es que en esta ocasión Baroja nos adentra en el mundo del anarquismo. Un grupo de indignados al modo de hace 110 (aprox.) años se asocian y reúnen no en la Puerta del Sol, si no en el merendero-taberna "La Aurora". Allí hablan de como mejorar el mundo, tan injusto entonces, tan injusto hoy. Unos proponen educar a la gente. Algunos dar a conocer las ideas libertarias, hacer proselitismo. Para otros lo mejor es poner bombas y acabar con todo. Curiosa forma de hacer un mundo mejor. Borrón y cuenta nueva.
Vemos a un Manuel muy distinto al de las dos entregas anteriores. El chaval se ha hecho mayor y ha decidido ir por el buen camino. Quizás el final trágico de su primo Vidal le ha hecho ver que el sendero equivocado tal vez sea interesante al principio, pero lleva directamente al precipicio. Ahora vive en la calle Magallanes, en lo que sería las afueras de Madrid cuando esta zona de la ciudad estaba rodeada de unos cuantos cementerios.
Sobre este asunto de los cementerios que ocupaban el espacio de los que ahora son barrios en esta zona de la capital he encontrado un estupendo articulo muy bien documentado y escrito.
http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/02119803/articulos/AGUC0909120035A.PDF
Baroja nos deja algunos impagables retratos de un Madrid ya muy transformado:
"La casa estaba en esa plazoleta sin nombre cruzada por la calle de Magallanes, cerca de antiguos y abandonados cementerios. Limitabanla plazoleta, por un lado, unas cuantas casas sórdidas que formaban una curva,y por el otro, un edificio amarillo, bajo, embutido en larga tapia. Este edificio amarillo,con su bóveda pizarrosa, su tinglado de hierro y su campana, era, a juzgar por un letrero medio borrado, la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores".
Manuel, vuelvo a la trama, ha cambiado mucho. Poco queda de aquel despistado, influenciable y rebelde joven. Incluso intenta convertirse en industrial. Consigue convencer a su amigo, el periodista y vitalista Roberto, para que le preste algo de dinero y adquirir una imprenta en la que trabaja en sus ratos libres. Y así entre anarquistas e imprentas va corriendo la novela.
Un pequeño apunte. Me sigue resultando curioso, al igual que sucede en las anteriores entregas de la trilogía, observar el pesimismo y amargura del autor. Baroja vuelve a simpatizar poco con sus personajes. Los anarquistas, como individuos, tampoco son en general de su agrado. Desde luego no tiene una buena opinión del ser humano. ¿Tendrá razón?
La verdad es que he disfrutado de los tres libros. Si tengo que quedarme con uno sería con el primero, La Busca. Quizás el retrato del Madrid de la marginalidad y del pequeño delito es de lo más conseguido e interesante. Malahierba y la Aurora Roja creo, en mi opinión, se muestran más irregulares. Pero siempre hay partes más que potables. Desde luego se recomienda la lectura de los 3. Así, seguidos.
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