Tremenda novela. No puedo decir otra cosa. A las 0.15 horas de antes de ayer terminaba de leerla y a las 5.10 la volvía a iniciar. Bueno, no es que esté neurótico perdido, ni que no haga otra cosa que leer a todas las horas. Simplemente me desperté, me levanté, agarré el libro, solo con la intención de echar un vistazo a las contraportadas a ver si me venía de nuevo el sueño y su lectura, en cambio, me despertó aún más. Me volvió a enganchar. Esto de releer los libros que terminas es una cosa que cada vez me gusta más. Sorprende volver a encontrarte con los personajes y observar como la trama los va transformando. Y siempre se descubren nuevas cosas.
Insisto. Me ha gustado un montón esta novela en la que Rafael Sánchez Ferlosio nos relata la jornada dominical de un grupo de jóvenes junto al río Jarama en las cercanías de San Fernando de Henares. A 16 kilómetros del centro de Madrid, los amigos llegan en bici, moto y tren. Ahí queda el dato. El río les ofrece diversión. También frescor con el que mitigar el calor del verano. Una venta, reconvertida en chiringuito, sirve de punto de encuentro, de conveniente lugar de aprovisionamiento de vino y gaseosas y de garaje de bicicletas. Pero esta venta también le sirve al autor para contarnos otra historia dominical algo diferente. y es que es igualmente punto de reunión, pero en este caso de gente local, (un pastor, barberos, alguaciles, repartidores, ventero, ventera e hija de ventero y ventera. Y hasta el novio de la hija del ventero y la ventera) de la zona de San Fernando o Coslada. Sus conversaciones contrastan con las de los urbanitas. Diferentes ritmos vitales. Dos mundos distintos. La ciudad y el campo. Y también la presencia inmutable , parece que esto le interesa mucho al autor, de una naturaleza que se muestra totalmente ajena a las actividades de los humanos.
La novela es básicamente una sucesión de diálogos sin aparente mayor relevancia. Son conversaciones banales, cotidianas, en las que conocemos los problemas, deseos e inquietudes de los protagonistas. Pero esa trama aparentemente inocente donde no pasa nada importante, no deja por ello de ser una narración interesante e incluso entretenida. Gran mérito del autor. Finalmente si es cierto que un hecho importante sobreviene acerca del cual no voy a decir nada.
Voy a destacar dos cosillas. Una, la primera, la tierna edad de autor ( entonces, ehhhh): Si no me fallan las cuentas y dando por buena la información de la Wikipedia, Sánchez Ferlosio nació en el año 1927 y publicó esta novela en 1955. A mi la resta correspondiente me sale 28 años y supongo que a ustedes igual. Suponiendo que empezara a escribirla uno o dos años antes me da que se gestó con poco más de 25 años. Me parece impresionante escribir un novelón así con esta edad (bueno, y con cualquiera). Cierto es que seguramente retratar los personajes más jóvenes no le resultaría de gran dificultad. Pero demuestra una gran madurez y capacidad de observación para reflejar el ambiente de la gente local. Seguro, segurísimo, que se han escrito obras maestras con mayor juventud, pero me sigue llamando la atención.
Y la segunda cosilla nos lleva al inicio y al fin de la novela. Y es que ésta se inicia y finaliza de manera parecida. Con un párrafo donde se describe geográficamente el río Járama. He dado con una entrevista en la que el autor comenta que se sorprende de que algunos críticos destacen estos párrafos casi por encima del resto del texto. Aclara el autor que se trata curiosamente de unos párrafos no escritos por él. Realmente corresponden al Diccionario geográfico-estádistico-hístorico de España y sus posesiones de ultramar de Pascual Madoz y explica que no lo cita, no por apropiarse del trabajo de otro si no simplemente como recurso estilístico dando por hecho que se entiende que el uso de comillas hacen ver que sirven de introducción y epílogo, y son diferentes en su estilo al resto de la novela. No le falta razón.
Además de la deliciosa cotidianidad, personalmente, una de las cosas que más me impresionó fue que el "hecho importante" no deja de ser intrascendente. En cualquier otra novela sería lo decisivo y, en cambio, en El Jarama es simplemente algo más que pasa. Supongo que esa es la idea del libro, como el agua en el río, la vida simplemente pasa...
ResponderEliminar