lunes, 26 de diciembre de 2011

La vista desde Castle Rock. Alice Munro

         Normalmente no soy muy aficionado a leer novelas de escritores contemporáneos desconocidos (al menos para mi, claro) y más si son de lengua extranjera, y más aún si se trata de cuentos o relatos cortos. También observo que  en mi perfil de lector tampoco debe de entrar la lectura de autores de sexo femenino, esto es, escritoras. Sobre este atentado a la paridad de sexos en mis lecturas poco puedo decir, tal vez sea consecuencia simplemente de que hay menos autoras que  autores. No sé.  En conclusión, mi perfil de autor de novela que leo es la de un escritor en lengua castellana, preferentemente varón y preferentemente Galdós. Me siento satisfecho con lo que leo y como en otras facetas de mi vida  soy más de hacer mucho lo que me gusta (la vida es corta) que de buscar nuevas experiencias (jamás habría descubierto América).  Dicho esto lo cierto es que  leyendo un artículo de  Muñoz Molina, creo que en el suplemento cultural sabadero de El País, observé que eran muchas las flores que echaba sobre una escritora de nombre Alice y de Apellido Munro. Luego, indagando un poco más, me enteré de que la tal mujer era canadiense, de Ontario concretamente, y que tiene ya sus años (aterrizó en  este mundo de lágrimas en 1932). Y posteriormente en otros lugares informativos me enteré también de que es una habitual candidata al Premio Nobel, y hasta he conocido algunos otros aspectos de su vida, más del tipo Telecinco, como p. e. que tiene 2 hijos y que se separó una vez (a lo mejor de esto último no me he enterado bien). Cosas de leer entrevistas y artículos varios como por ejemplo esta . En definitiva, que bastó la recomendación de Muñoz Molina, uno de mis autores favoritos, para que me decidiera a conocer la obra de la autora canadiense.  Y lo cierto es que no me ha defraudado si no todo lo contrario.
      La vista desde Castle Rock se compone de una serie de relatos donde la autora canadiense nos va desgranando la historia de su familia desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Ayudada por algunas investigaciones realizadas por ella misma en archivos eclesiásticos mayormente y también de la lectura de los diarios que algunos de sus antepasados escribieron,  se nos va narrando la vida de una profunda Escocia, de las humildes granjas donde vivían sus familiares y de las relaciones que se establecían entre ellos. Unas vidas muy influenciadas por su religión presbiteriana, algo que parece destacar mucho la autora. En un momento dado, algunos de sus antepasados deciden acometer un cambio fundamental en su vida, una auténtica epopeya como es cruzar el océano Atlántico, hasta Norteamérica y finalmente asentarse en las frías tierras de Ontario.


        Pero la autora, además de contarnos en su relato la aventura de esas gentes que se subían a un barco, atravesaban océanos  para conseguir una nueva vida y la dureza de las existencias de antaño, (esas vidas sin luz eléctrica, calefacción y Tdt)  nos introduce también en temas más personales,  como por ejemplo las relaciones entre familiares o las que establecen éstos  con sus vecinos,  entrando de lleno  en el campo de los sentimientos. Desde luego su lectura se hace amena, es fácil de leer y no por ello deja de ser profunda, insisto, narrándonos lo más grande y lo más pequeño de las vidas de sus antepasados o de la infancia y juventud de la propia autora. Desde luego que voy a leer más de esta autora  y de hecho lo voy a hacer  en breve. Y es que cuando te lees  un libro en menos de una semana es que te ha gustado mucho.

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